
El envejecimiento trae consigo diferentes cambios a nivel estructural, biológico y fisiológico, uno de ellos es el ciclo circadiano.
El sistema circadiano está constituido por un conjunto de estructuras que generan, coordinan y sincronizan el ritmo de sueño-vigilia y el resto de los ritmos circadianos, tanto internamente (organizando los diferentes ritmos biológicos en el organismo y en cada una de sus células), como con el ambiente, sincronizando la fase de los diferentes ritmos con el ciclo de luz-oscuridad natural.
Este sistema está compuesto principalmente por:
- Los receptores: el ojo en su capacidad de transmisión de la información luminosa más activa para el sistema circadiano.
- El marcapasos circadiano: Es el principal regulador de los ritmos circadianos, se encuentra ubicado en el hipotálamo anterior, (núcleos supraquiasmáticos)
- Los osciladores periféricos: Están ubicados en todos los tejidos y órganos y responden a los estímulos ejercidos en los núcleos supraquiasmáticos.
- Sincronizadores o zeitgebers: Hacen parte de los estímulos externos que modifican los ciclos circadianos, entre esto se encuentran el ciclo luz – oscuridad, la actividad física, las horas de alimentación, los horarios de sueño y la interacción como tal con el entorno.
Durante el envejecimiento, es normal que la función neuronal disminuya, lo que en primera instancia puede reducir sustancialmente la actividad de los núcleos supraquiasmáticos, haciendo que los ritmos circadianos empiecen a sufrir cambios. También hay que tener presente que las enfermedades de tipo crónico no transmisibles y el cáncer son factores disruptivos para los mismos.
En términos generales, el adulto mayor presenta alteraciones circadianas por disminución o exceso, puede dormir mucho o poco, sentir apetito o disminuirlo y/o tener tendencia a la quietud y el reposo, generando fácil fatigabilidad a la actividad física.
Otra de las razones por las que esto sucede es la pérdida de la agudeza visual, por ser el ojo uno de los principales receptores, el aumento del sedentarismo y la disminución del sentido del gusto al pasar de los años, lo que hace que los ciclos se puedan seguir alterando.

Una de las mejores formas de contribuir a la normalización de estos ritmos es el ejercicio físico prescrito de forma adecuada, con este, aumenta el metabolismo, se estimulan los receptores externos, se promueve la neuroplasticidad cerebral y también incita a tener interacción social y con ambientes externos.
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Ejercicio y Actividad Física para el Adulto Mayor
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